Miguel Nandez
En la orilla
S�lo aparentemente cerca,
se lanzan sin una maleta
en busca de una vida como t�.
Sin cien ca�ones por sus bandas,
sin viento en popa a toda vela,
s�lo alguna que otra bufanda
y a pasar ese mal trago.
Empapados y entre l�grimas saladas
cazadores del destino,
ese tacto de la arena entres sus pies
es su mayor enemigo.
Y en la orilla
como el diablo lleva sus armas prenden a correr.
Y en la orilla
multitudes se hacen un eco para no volver.
Y en la orilla
sus barcas desenbarcadas vagan sin merced.
Y en la orilla
se hundieron sue�os para no volver.
Sus pensamientos desmontados,
sus sue�os duermen embarcados
viviendo entre tormentas e inquietud.
Sus alegr�a, ilusiones,
sus caprichitos, emociones,
en busca de esperanza arriesgan
entre remos y canciones.
Empapados y entre l�grimas saladas
cazadores del destino,
ese tacto de la arena entres sus pies
es su mayor enemigo.
Y en la orilla
como el diablo lleva sus armas prenden a correr.
Y en la orilla
multitudes se hacen un eco para no volver.
Y en la orilla
sus barcas desenbarcadas vagan sin merced.
Y en la orilla
se hundieron sue�os para no volver.
A la orilla van todos sus sue�os,
s�lo alguno llegar� a besar el suelo.
Ese tacto de la arena entre sus pies
les vale m�s que el dinero.
Y en la orilla
como el diablo lleva sus armas prenden a correr.
Y en la orilla
multitudes se hacen un eco para no volver.
Y en la orilla
sus barcas desenbarcadas vagan sin merced.
Y en la orilla
se hundieron sue�os para no volver.
En la orilla,
en su orilla,
en su orilla.
Y en la orilla
como el diablo lleva sus armas prenden a correr.
Y en la orilla
multitudes se hacen un eco para no volver.
Y en la orilla
sus barcas desenbarcadas vagan sin merced.
Y en la orilla
se hundieron sue�os para no volver.